Colaboración, la nueva piedra angular de la eficiencia en el transporte

La colaboración empresarial ya no es una opción, sino una necesidad estratégica para afrontar los retos logísticos en un entorno europeo cambiante.
La colaboración en el transporte: de la teoría a la práctica estructural
En un continente tan interconectado como Europa, la colaboración en el transporte se ha convertido en una herramienta clave para garantizar cadenas de suministro más eficientes, resilientes y sostenibles. Un reciente estudio conjunto entre la UPF Barcelona School of Management y CargoON lo confirma: colaborar ya no es una opción, es una exigencia del entorno actual.
Basado en una revisión de 93 publicaciones académicas, una mesa redonda con 11 directivos logísticos y una encuesta a 60 profesionales del sector, el informe ofrece un diagnóstico completo del estado de la colaboración en el transporte. La conclusión es clara: los beneficios están demostrados, pero su implementación práctica todavía presenta serias barreras.
Beneficios ampliamente reconocidos
Los datos son contundentes. Según la encuesta, la colaboración mejora la calidad del servicio (4,3/5), la eficiencia (4,2), la resiliencia ante disrupciones (4,0), la sostenibilidad (4,0) y la innovación compartida (3,8). Más allá de los números, también se destacan beneficios intangibles como un mejor ambiente laboral y mayor satisfacción del cliente gracias a servicios más integrados y trazables.
Pero… ¿por qué se aplica tan poco?
A pesar del consenso sobre sus ventajas, la colaboración efectiva aún no es la norma. Mientras las empresas reconocen su valor estratégico (4,5/5), su implementación real apenas alcanza un 3,5. Esto revela una brecha entre el discurso y la práctica que debe abordarse de forma estructural.
El estudio identifica tres grandes grupos de barreras: culturales (desconfianza, resistencia al cambio), tecnológicas (falta de interoperabilidad y miedo a compartir datos), y operativas (procesos incompatibles o falta de estandarización). Las medianas y grandes empresas, por ejemplo, muestran una fuerte reticencia a compartir datos (4,0/5), mientras que las más pequeñas se enfrentan a trabas burocráticas y falta de experiencia.
Soluciones: entre el conocimiento y la acción
Las soluciones existen y son conocidas: relaciones basadas en la confianza, objetivos comunes, estandarización y tecnología. Las empresas saben qué funciona (valoraciones de 4,3 y 4,4), pero todavía no lo aplican con consistencia.
Algunas iniciativas avanzan tímidamente: el uso de plataformas digitales seguras, la inversión en integración tecnológica y la construcción de relaciones colaborativas. Sin embargo, todavía falta una estrategia estructural y sostenida que consolide estos esfuerzos.
El camino hacia la madurez colaborativa
El informe propone una hoja de ruta clara: comenzar por construir confianza, alinear objetivos estratégicos y, una vez asentadas estas bases, escalar la colaboración mediante tecnología y estandarización. Cada organización debe evaluar su nivel de madurez colaborativa y actuar en consecuencia.
Para los proveedores tecnológicos, el reto es ofrecer soluciones accesibles y adaptables. Y para los gobiernos europeos, es hora de dejar de obstaculizar y empezar a facilitar, escuchando activamente al sector y promoviendo entornos que fomenten la cooperación público-privada.
La colaboración en el transporte no necesita más justificaciones. Sus ventajas están claras y las herramientas ya existen. El desafío es convertirla en una práctica estructural. Las empresas que lo consigan estarán mejor preparadas para liderar el futuro logístico de Europa. Las que no, corren el riesgo de quedarse atrás en un contexto donde la resiliencia no se improvisa: se diseña… en colaboración.